José Míguez Bonino, pastor metodista, argentino, teólogo reconocido, profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Teológicos(ISEDET); miembro de la Constituyente que dio a la luz la nueva Constitución argentina. Destacado pensador. Décano de los teólogos evangélicos latinoamericanos.
¿Nos puede
contar algo de su vida?
Soy hijo de
dos inmigrantes, padre gallego y madre italiana, trabajadores de puerto. Se
convirtieron aquí. Mi madre se convirtió primero y mi padre la siguió. De
manera, que yo estuve dentro de la Iglesia Evangélica Metodista de chico y
participé activamente a nivel de juventud hasta cuando sentí, estudiando en la
Facultad de Medicina, la vocación al ministerio. Entonces vine a Buenos Aires a
estudiar teología, y luego ingresé al pastorado de la Iglesia Metodista.
Tuve ya un
pastorado como estudiante en Bolivia por un año y después en Mendoza, en Buenos
Aires. Entonces el Obispo de la Iglesia
me invitó a hacer un curso de post-grado para trabajar en la enseñanza
teológica. Lo hice en Estados Unidos en la Facultad Metodista y luego en el
Seminario Unión en New York. Volví a enseñar aquí desde 1954 hasta 1958, y luego del trabajo del doctorado del 60, me hice
cargo de la Dirección de lo que era entonces la Facultad Evangélica de
Teología, que al unirse con la Facultad Luterana de Teología formó lo que es
ahora el ISEDET.
Mientras
tanto, siempre mantuve una vinculación con la iglesia local, en unos casos como
pastor titular y en otros como pastor asociado, lo que todavía sigo haciendo y,
eventualmente, por distintas circunstancias tuve participación en el Movimiento
Ecuménico de Comisión de Fe y Doctrina del Consejo Mundial de Iglesias, y en un
momento entre 1975 y 1983 formé parte de la Presidencia del CMI. Diría que dos
o tres cosas que me marcaron fueron la experiencia que me dio -justamente el
participar en el Movimiento Ecuménico-, por una parte, conocer sobre las
iglesias de Europa, Africa, Asia y su problemática, y la oportunidad de viajar
bastante por América Latina.
La segunda
cosa fue durante el período del gobierno militar en Argentina; mejor dicho, poco antes del gobierno militar,
la formación de la Asamblea Permanente por los Derecho Humanos con
participación de personas de diversas extracciones políticas, religiosas,
ideológicas, culturales. La Asamblea tuvo la responsabilidad, junto con otras
organizaciones, de defender los Derechos Humanos, así como la protección hasta
donde fuera posible, y el apoyo, de la gente que sufrió persecución durante
esos años. Medió una visión que me parece que para mí fue muy significativa, en
relación con los esfuerzos de solidaridad dentro de la sociedad civil y el
valor que tienen en momentos de crisis.
¿Cuáles han
sido los factores, autores y libros que han contribuido en su formación como
teólogo?
En primer
lugar, por supuesto, fuera de todo el resto, la Biblia. Yo estoy convencido,
desde mi infancia, que finalmente allí uno encuentra no respuestas hechas, pero
sí dirección, conducción y orientación, de modo que hay la necesidad de volver
constantemente a la Biblia. Luego yo
diría que de las cosas que yo he leído me ha ayudado a contemplarla mejor.
Desde el punto de vista del estudio son para mí muy significativos los
comentarios y trabajos que ubican la Historia Bíblica dentro de su contexto,
saber lo que significaba, lo que hizo un Isaías, Jeremías en su tiempo, la
clase de sociedad que Jesús anuncia y el significado que tiene. Ver el mundo helenístico al cual entra Pablo
y como logra hablar en el idioma de ese mundo, sin traicionar ni cambiar para
nada la centralidad de la Fe.
Todo el
campo de estudios bíblicos que se abre enormemente en Europa y en particular en
las décadas del 50, 60 y 70 me ha ayudado muchísimo y ha sido fuente de
inspiración.
Por otra
parte, tal vez el tema teológico que se nos presentaba a los estudiantes de
teología por la década del 40, cuando yo estudié, era que por un lado teníamos
herencia religiosa muy pietista, muy evangélica, centrada en la Salvación de
Jesucristo, en la búsqueda de la Santidad, la dirección del Espíritu Santo. Muy
centrada en la experiencia de la conversión y el crecimiento en la fe. Además,
habían entrado todas las tendencias liberales que nos interesaban, porque nos
ponían en contacto con la cultura de nuestros pueblos y como jóvenes
evangélicos argentinos sentíamos la necesidad de entrar y participar de la
cultura, en la vida social de nuestros pueblos.
Entonces, en las tendencias liberales,
especialmente lo que se llamó "el evangelio social", encontramos una
orientación para esa preocupación nuestra por la cultura, por la sociedad. Pero
al mismo tiempo, notamos la debilidad teológica de esa orientación, en la
búsqueda de ligar nuestra tradición bíblica teológica evangélica con la
preocupación social, con el ámbito cultural. Para mí y para muchos compañeros
míos, la Teología de Bart fue sumamente significativa. Este era un teólogo que
había llamado a la teología de vuelta a la Escritura, pero que al mismo tiempo
participaba activamente en la lucha contra el racismo.
Entonces
creo que esto nos atrapó y aprendimos mucho. Para mí por lo menos fue
significativo leer primeramente algunos artículos de Bart, luego el libro sobre
Romanos, la Teología Sistemática, y
junto con él a otros autores ligados a este despertar teológico europeo de
origen reformado, por ejemplo, que nos ha ayudado. También Ray Hollinworth, que
critica el evangelio social fuertemente por su debilidad teológica y por su
idealismo utópico, pero al mismo tiempo está preocupado en cómo se puede
construir dentro una sociedad moral, una vida más justa y más digna.
¿Nos podría
dar una breve definición de lo es la teología?
Ya que
mencioné a Bart, una definición bartiana
que para mí sigue siendo vigente es la reflexión de la Iglesia a la luz de las
Escrituras sobre su misión en el mundo. Todavía es la mejor definición que
conozco.
¿Y a qué se
debe que América Latina la teología no tenga mucha presencia y cuál sería el
futuro de la teología en América Latina?
La teología
en América Latina fue siempre una teología importada. Desde el principio, la
teología española de la conquista fue una teología importada; la teología
protestante, tanto de las iglesias de inmigración como de las iglesias
misioneras, fue importada. Esto a mí no me escandaliza, porque a cualquier
lugar del mundo donde llega el Evangelio tiene que traerlo alguien. El
Evangelio no lo inventa un pueblo, tiene que recibirlo. Y tiene que recibirlo,
de manera que uno puede decir que toda la teología ha sido de alguna forma
importada desde el nacimiento del cristianismo, desde que de Palestina la llevó
Pablo al mundo helenístico y después muchos a varias partes del mundo.
A mí no me
preocupa, siempre que en algún momento esa teología heredada empiece a ser
reflexionada, interpretada en relación con la vida del pueblo donde se está
arraigando el Evangelio, es decir, que tome en cuenta las experiencias históricas,
sociales y tradición, mas esto en América Latina no había ocurrido.
Hay algunos
textos que podríamos mencionar, muy esporádicos, donde se intenta. Pero yo diría que hasta la década del 40 ó 50 no
hay un intento serio de pensar sobre la
Fe recibida, heredada, vivida y pensar a la luz de la problemática y
necesidades de nuestros pueblos. Entonces yo creo que recién allí empiezan a
aparecer esos intentos, estimulados a veces por otros autores de afuera. Pero
al mismo tiempo, porque había surgido ya una segunda generación de evangélicos
y, en algunos casos, una tercera que se sentían verdaderamente parte de su
país. Entonces intentaban pensar en esta teología.
Yo creo que
es allí donde nacen, por un lado, algunas participaciones en lo que se ha llamado
Teología de la Liberación; donde comienza la Fraternidad Teológica
Latinoamericana a tratar de sus experiencias desde sus iglesias, a pensar la
teología como latinoamericanos. Eso se va profundizando, yo creo que desde las
décadas del 50 y del 60 empieza a aparecer una teología latinoamericana que las
iglesias aún no han asumido. Tal vez por el peso de la tradición. En realidad
siempre ha ocurrido así, pero creo que ya hay una consciencia teológica
latinoamericana, que se expresa de muchísimas maneras: movimientos
estudiantiles, grupos de estudio, etc. Y que es muy necesaria, especialmente en
gente joven de todas las iglesias evangélicas.
Uno pude
también advertir en los seminarios e institutos bíblicos el sentimiento de que
se necesita una formación más profunda, en términos de la interpretación de la
Escritura como de la teología, la ética. De ahí que creo que hay un campo muy
grande y que estos intentos de los últimos años no deben considerarse como la
última palabra, sino que tienen que ser profundizados y enriquecidos.
¿Cuál es la
misión de la Iglesia hoy?
La misión de
la Iglesia está dada fundamentalmente por la comisión evangélica. En las
distintas versiones que tienen los escritos de los evangelios, se llama a
predicar el Evangelio a todas las naciones, no solamente a todos los
individuos, sino a todas las naciones. Este evangelio del Reino será predicado
hasta el día del retorno en Gloria, del Señor. En el mensaje de la vida, en el
Evangelio de Juan, el Señor sopla para que ese mensaje de la vida eterna sea
anunciado. Creo que el énfasis en
predicar el Evangelio, de ser testigos del Reino de Dios y de anunciar la vida,
me parece que son formas distintas de referirse a una misma misión, pero que
tienen que ser formas complementarias. De manera que la misión no se la
entienda simplemente como una proclamación oral del Evangelio, tampoco se puede
entender uniteralmente como una forma de vida que de por sí misma sin
hablar, muestre lo que signifique el
Reinado de Jesucristo en la vida humana.
De manera
que creo que es necesario tomar en conjunto esta diversidad, esta amplitud que
nos muestra la Biblia para una concepción de la misión de la Iglesia para que
sea lo que hoy llamamos Integral o algunos utilizan la expresión Holística, si
es que se refiere a la totalidad a la vida.
¿Cómo ve al
pueblo evangélico en estos momentos en América Latina, cuáles son sus áreas
fuertes y débiles?
Evidentemente, si uno piensa de sus áreas fuertes creo que
el impulso misionero, el impulso evangelizador es (en un librito que va a salir
por aquí) el principio básico de las Iglesias Evangélicas en América
Latina. La Iglesia en América Latina
tiene la consciencia de que tiene que anunciar el evangelio y que tiene que
llamar a la gente a creer y seguir a Jesucristo. De amanera que creo que eso es lo fuerte,
principalmente. La experiencia de los
últimos años ha mostrado que responde a una necesidad muy profunda de la población nuestra, en estos momentos de
crisis cultural, social, ética, muy fuerte de condiciones en las cuales
sectores crecientes de nuestra población, son lanzados a la marginalidad o situaciones muy precarias donde no se
encuentra el sentido de la vida.
Parecería que todas las posibilidades están agotadas creo que la
ansiedad y la necesidad que eso crea ha encontrado en la predicación evangélica una respuesta y
por eso se da el crecimiento, éstas son las cosas débiles. Yo diría que nuestra fortaleza y nuestra
debilidad, es decir que esa
concentración enorme en la acción misionera a veces no ha sido acompañada de un
crecimiento. Tanto en el aspecto yo
diría espiritual más profundo, es decir que a veces hemos cultivado una especie
de piedad bastante superficial, la piedad hecha solamente de cantos fervorosos,
de predicación encendida está muy bien, pero que no tiene suficientes raíces y
entonces cuando sobrevienen situaciones difíciles fácilmente se diluyen o lo
que es peor es llevada a expresiones espectaculares que no me parece que tienen
la profundidad y la seriedad que tiene el evangelio, expresiones puramente
exteriores que son muy contagiosas pero que a veces nos generan un verdadero
compromiso de toda la vida, estamos teniendo ya, desgraciadamente, las Iglesias
Evangélicas una especie de clientela religiosa que consume la religión pero que
no produce la vida, es decir que son clientes de la religión pero no discípulos
en el sentido total del discipulado.
También me parece que es sumamente peligroso el mostrar el evangelio
como un camino para la prosperidad. Esto
está entrando fuertemente en unos sectores evangélicos, tal vez con muy buena
voluntad y tal vez respondiendo a una necesidad real porque la gente necesita
poder vivir, pero haciendo promesas que no son las promesas de Jesucristo, el
no nos prometió que nos iba a ir bien, que todo el mundo nos iba a querer , que
vamos a ser prósperos. Nos dijo que lo
siguiéramos que estuviéramos dispuestos a llevar la cruz, que lo que dejáramos
por el evangelio nos sería devuelto en dos o tres o diez veces más, pero eso es gracia, el
propósito es seguirlo a él, lo demás viene por añadidura conseguiremos que la gente
crea lo que es fundamental, me parece que ahí un error y es bastante débil.
La otra
debilidad que estoy advirtiendo ahora es justamente el hecho que por el gran
crecimiento el mundo evangélico viene a ser un actor social en la sociedad
latinoamericana, es decir que tiene peso, todavía no muy visible, pero tiene
peso. Entonces la tentación de
aprovechar ese peso para el poder propio me parece que es una tentación muy
grande, estamos advirtiendo ya. Sería
muy triste que nosotros que como evangélicos criticados siempre por el uso del
poder, legitimando religiosamente el uso del poder político con la Iglesia
Católica para sus propios fines termináramos siguiendo el mismo ejemplo, en
lugar de pensar en una cristiandad católica, nosotros intentaramos ahora una
cristiandad protestante, que sería igualmente grave. Yo no digo que no deba pensar en el tema del
poder es un tema importante y gracias a Dios si tenemos posibilidad de
participar pero separamos desde donde participamos cual es efectivamente una
forma evangélica de entender la vida política la vida social, porque si no
corremos el riesgo de transformarnos en clientes del que más nos ofrezca, de
manera que creo que aquí hay otro campo en el que tenemos debilidades, pero,
nuevamente la debilidad es nuestra fortaleza porque llegamos de pronto a ser
significativos en la sociedad sin tener suficientemente preparado la
retaguardia teológica de formación que nos sirva para participar activamente.
¿Cómo ve la
participación de los evangélicos en la política, y cuéntenos acerca de sus
propias participaciones políticas en la constituyente que formo la constitución
en Argentina?.
Yo veo la
participación de evangélicos en política en principio positivamente, yo creo
que el evangélico es un ciudadano que tiene responsabilidades por su país y que
debe ejercerlas en todos los niveles. En
nivel religioso, pero, también social, cultural, económico, político, de manera
que en principio esto ya esta bien, personalmente yo no creo en la formación de
partidos evangélicos, creo que la experiencia de partidos políticos
confesionales en el mundo entero no es positiva, porque crea una confusión
entre lo que es el evangelio y lo que es la política. Me parece que las dos cosas son muy importantes
pero que deben tener identidad propia y entonces o se juntan demasiado o se
separan. Es decir o uno vive su
evangelio por un lado y su política por el otro sin racionalizarlas o una las
mezcla tanto que no se sabe cuando está, cuando como político o como
cristiano. Me parece que el partido
evangélico yo diría no, participación de evangélicos en la vida política, si, y
creo que la experiencia que hemos tenido en los últimos años con la
participación en varios lugares nos está mostrando a la vez la posibilidad pero
también los peligros, tenemos ya algunas experiencias que nos advierten
bastante. La experiencia en
Centroamérica, me parece que nos llama la atención a los peligros, la
experiencia de Perú también. Por otra
parte nos muestra que sí que hay una posibilidad. Yo personalmente nunca quise participar
siendo pastor ministro, en un partido político, en realidad en mi juventud yo
fui afiliado de un partido político cuando ingresé al ministerio renuncié a la
afiliación porque en ese momento me parecieron incompatibles.
En lo de la
Asamblea Constituyente en el 94, me invitaron a participar como ex partidarios,
es decir sin asumir afiliación partidaria y pensé esto es una cosa muy
distinta, se trata no de una cuestión partidaria, sino de la Constitución de la
Nación, que es para todo el pueblo. Por
otra parte yo hice muy claro que no asumía un partido, y que si había puntos en
los cuales la posición del sector con el cual yo participaba, por el cual era
elegido, no la consideraba coherente con mis convicciones no lo iba a apoyar,
además era acotado por un tiempo la Conversión Constituyente es elegida para
que haga las reformas y tardó cuatro a
cinco meses en hacerlo y allí terminó, de manera que en ese sentido
acepté la candidatura pensando que me daba la oportunidad de participar en la
preparación pero que era muy difícil que llegara a ser elegido. Fui elegido y entonces participe con una
preocupación principal por ciertos temas que me parecían que eran temas que me
interesaban como cristiano, como evangélico.
Por un lado los temas que tenían que ver con la condición de libertad
religiosa y de igualdad religiosa que es el tema más importante, nuestra
constitución era todavía una constitución muy católica, con artículos que
venían del tiempo del patronato, entonces yo creía había modificación que había
que hacer. Algunas se pudieron hacer, otras, particularmente, no. Y por otra parte me interesaba también todo
el tema que tenía que ver con la distribución del poder, Es decir, la inclusión en la Constitución de
formas directas y semidirectas de democracia que permitieran mayor
participación al pueblo y los temas que tenían que ver con Derechos Humanos de
todo orden, es decir, derechos políticos pero también derechos sociales y muy
particularmente el tema de los derechos de los pueblos indígenas, de manera que
participe. Participé particularmente en las comisiones internas de la Asamblea
que tenían que ver con esos temas de los nuevos derechos, de las formas de
participación política y del tema religioso.
En ese sentido mi experiencia fue muy positiva aunque las cosas que
surgieron de la Asamblea algunas me gustan y otras no me gustan, esto es lo que
pasa cuando uno participa en un proceso como este.
Fuente: www.ftl-al.org
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