Resumen:
En
este artículo estudiamos el imperio romano como grande telón de fondo para
comprender mejor las ciudades de Palestina y, de manera especial, Galilea en el
primer siglo, como contexto en el que la propuesta de Jesús nació, creció y se
desarrolló política y religiosamente. El referente social de Palestina y especialmente
de Galilea es la periferia (religiosa e política), golpeada por los impuestos y
el acaparamiento de tierras de parte de la élite gobernante, tanto política
como religiosa.
Sobre
el seguimiento en el movimiento de Jesús, Gerd Theissen afirma que, al inicio,
el seguimiento era concreto. Los discípulos abandonaban residencias y familia,
propiedades y profesión. Para profundizar el tema sobre el movimiento de Jesús,
puede ser consultada otra obra de este mismo autor que dedica la primera parte
de su trabajo para analizar la sociología del movimiento de Jesús. Asistimos
hoy, con todo, a una interpretación que rescata los inicios del cristianismo
como expresión de una grande diversidad de lugares, tendencias y doctrinas.
Sobre
el seguimiento en el movimiento de Jesús, Gerd Theissen afirma que, al inicio,
el seguimiento era concreto. Los discípulos abandonaban residencias y familia,
propiedades y profesión. Para profundizar el tema sobre el movimiento de Jesús,
puede ser consultada otra obra de este mismo autor que dedica la primera parte
de su trabajo para analizar la sociología del movimiento de Jesús. Asistimos
hoy, con todo, a una interpretación que rescata los inicios del cristianismo
como expresión de una grande diversidad de lugares, tendencias y doctrinas.
Introducción
En
el contexto social del siglo I d.C., la importancia del imperio romano es
incontestable. Su presencia era absoluta en todos los ámbitos de la sociedad. A
lado de la pax romana, expresión de la presencia del imperio, existía también
una grande decepción de los sectores sociales más alcanzados y violentados por
el modelo romano, especialmente los pobres, esclavos y esclavas. Para estos
sectores el modelo romano era simplemente una camisa de fuerza imposible de
quitarse.
Jesús
nació y vivió en ese contexto y en esa periferia. Aunque importante, y que no
profundizamos aquí, es un tema que puede ser presentado como significativo en
esta aproximación: una lectura hecha por la tradición del sur, Judá, en
relación a Galilea, que aparece claramente desvalorizada. Así mismo, Galilea
podría ser leída, también, como la oposición de Jesús a ese criterio
centralizador del sur. No es por casualidad que Jesús no solamente comenzó su
ministerio público en Galilea (ver Jn 2,1-12; Mc 1,14-20//Mt 4,12-17 y Lc
4,14), sino que también después de su resurrección reinicia todo nuevamente en
aquella ciudad (cf. Mc 16,7-20). Aquí surgirá el movimiento de Jesús.
En
esa periferia las personas creen en Jesús (madre y discípulos), a diferencia
del rechazo que sufre en Jerusalén, centro religioso, donde no creen en él. En
Galilea, Jesús es acogido y allí hace su primera señal, según el evangelio de
Juan 2,1-12.
Imperio
Romano, una aproximación necesaria
La
dominación romana es presencia determinante en el tiempo de Jesús. Silva y
Schiavo afirman que Roma dominó por la fuerza, no por las ideas. Constituyó un
ejército bien armado y, con mucha estrategia militar, consiguió consolidar un
grande imperio. Esta dominación fue también un largo período de luchas internas
por el poder. Tuvo también oposición de los diversos sectores, especialmente
judíos y parte de los campesinos, después de algunos grupos organizados de
Palestina y de Galilea. El imperio tenía, como grande tutor, la figura y
persona del emperador. En él se afirmaban los principales cargos de la política
romana, actuando de su lado, aunque con poco poder. La fuerza política del
emperador estaba garantizada por la presencia y fuerza de las legiones, las
cuales a veces también nombraban al emperador.
Para
su administración, el imperio romano usó el modelo de provincias. Martín Dreher
menciona tres tipos de provincias: a) imperiales, b) senatoriales y c)
especiales. También existían las ciudades/polis griegas, que tenían un estatuto
particular, además de su propio gobierno y administración. Esta organización
garantizaba al imperio la implantación de su modelo administrativo y el cobro
de los impuestos garantizando la acumulación de las riquezas que provenían de
las diversas provincias que, militarmente, eran acompañadas para ‘recordarles’
de sus compromisos con el imperio.
El
imperio romano fue una reunión de los pueblos conquistados que conservaban sus
costumbres, religiones, lenguas y culturas, “como todos los imperios, el
imperio romano no era una ‘sociedad’ unitaria, sino una combinación de muchas
sociedades” . Entretanto, no se debe imaginar el imperio como un estado
fuertemente centralizador. La unidad básica era la ciudad que conservaba una
grande autonomía de administración interna. A su vez, la ciudad no se limitaba
al territorio urbano. Incluía también el campo. Lo que las ciudades tenían en
común con el imperio era el uso del griego koiné (popular) que se transformó en
la lengua de todo el Oriente. También eran ciudades que contemplaban la presencia
de diversos grupos étnicos que co-habitaban en un mismo imperio, que, a su vez,
les permitía libre expresión religiosa y cultural.
Estamos
hablando, históricamente, de un contexto de paz romana (pax romana) . En este
contexto, las continuas revueltas en el imperio así como la conservación de los
métodos de castigo muestran un descontento grande, y reflejan una situación de
privilegios para un sector, porcentualmente pequeño, que vio crecer su fortuna
y su poder. La pax romana fue una época esplendorosa que mostraba las grandes
obras viales, arquitectónicas del período. Para los pobres y disidentes, la pax
romana era una situación social de crisis general y sin posibilidades de
cambios. De entre los disidentes, muchos fueron eliminados, sea por la vía administrativa
(juicios) sea por la vía represiva (muerte por tortura, crucifixión, exilio).
Ante
este modelo, eran necesarias unas ventajas para sobrevivir. Es así que debemos
entender la importancia y centralidad que ganó la ciudadanía romana. Ésta tenía
un grande valor político y, por tanto, se destacaba como privilegio social.
Este privilegio no se restringía sólo a Roma. Se extendió y en muchos casos se
hizo requisito imprescindible para la carrera administrativa o militar , a
veces se otorgaba a los militares, que no eran ciudadanos, por años de servicio
y no pocas veces era vista como un favor personal del emperador. La ciudadanía
otorgaba también derechos ante los tribunales de justicia. Éste era uno de los
aspectos a los cuales los ciudadanos romanos más recurrían cuando se veían
arrastrados a los tribunales o eran objeto de injusticias por alguna situación
específica.
Los
libres también tenían algunos privilegios. Podían, por ejemplo, ser juzgados en
sus propios lugares de residencia o país lo que no acontecía con los ciudadanos
romanos, que podían, por ejemplo, apelar al tribunal del emperador.
La
situación de los esclavos era diametralmente opuesta y desventajosa en relación
a los otros sectores sociales. Eran posesión del amo que detentaba todos los
derechos. Entre los esclavos se contaban paganos y judíos. Sobre la situación
de los esclavos judíos, Grundmann y Leipoldt afirman que “la esclavitud fue
siempre para los judíos un estado transitorio, ya que las familias y las
comunidades judías hacían todo cuanto estaba de su parte para devolver la
libertad a los judíos que por una causa u otra, como la prisión de guerra,
habían caído en la esclavitud” .
La
situación social en el imperio no era un remanso de paz. Por el contrario,
tanto en la ciudad de Roma como en las provincias, continuamente se sucedían
rebeliones. Los emperadores y sus colaboradores exponían al pueblo a duros
castigos y, muchas veces, no distinguían entre libres y esclavos. Tal es el
caso que presenta Cicerón, cuando acusa a Verres, un ex-procurador romano en
Sicilia, quien, a la hora de aplicar castigos, no hacía diferencia entre unos y
otros. Los ciudadanos romanos también sufrían castigos, aunque el derecho civil
romano los protegía contra tales tratos. Sin embargo, cuando escapaban de los
castigos mayores, algunos incluso eran víctimas de tortura, azotes y
encarcelamientos. Suetonio, hablando de la desmesura en la aplicación del
castigo, afirma que en fin, se llegó al punto de eliminar un ciudadano romano
que se debía investir de una magistratura en su colonia en el mismo día en que
antiguamente Augusto había sido posesionado en algunos cargos.
En
el imperio, había muchas expresiones religiosas, de tal forma que donde
existiesen varias religiones, una más no hacía diferencia. Sus enseñanzas
podían ser hasta contrarias a las de los otros grupos o también a la
predicación cristiana, pero no se les cerraban las puertas a menos que alguno
de esos grupos se sintiese amenazado. Con referencia al tema de las religiones,
Martín Dreher añade que en todas partes encontramos los más diversos cultos. La
interpenetración de las culturas dentro del imperio hizo que muchas religiones
locales se divulgasen por todas partes. El centro hacia el cual todas las
religiones tendían era la ciudad de Roma, capital del imperio. El imperio era
tolerante con relación a los cultos. Muchas veces llegó, inclusive, a fomentar
los cultos de las religiones subyugadas. Sólo pocas regiones tuvieron sus
cultos prohibidos. Entre los cultos prohibidos, se destacan aquellos que
exigían sacrificios humanos y los que permitían orgías.
La
Palestina del Imperio romano, en tiempos de Jesús
Los
autores y autoras coinciden en que la situación de Palestina del 1º siglo era,
al menos, difícil, complicada, llena de conflictos sociales; esto antes y
después de la muerte de Jesús. En Palestina estaban ciudades importantes y el
centro religioso de los judíos. Pero Palestina era, antes que nada, ciudades
dominadas y sometidas al poder romano. Luego Jerusalén era el centro político
religioso de los judíos. En esas ciudades había numerosas revueltas y actuaban
grupos tan distintos como fariseos y zelotas, esenios y herodianos.
Palestina
era una sociedad principalmente agrícola. Cuando hablamos de una sociedad
agrícola, necesariamente, debemos pensar en el acaparamiento de tierra de parte
de los que detentan el poder. Por esto Palestina del siglo primero era la
tierra de los latifundistas. Había un fuerte proceso de concentración y
apropiación de las tierras productivas.
Los
romanos, como ya se dijo, estaban internamente divididos. Luchas internas por
el poder eran comunes. Ante esa realidad, el pueblo judío no era más que un
pueblo sometido, al cual los romanos cargaban cada vez con mayores impuestos a
más de las obligaciones que ellos mismos conservaban como pueblo.
Cuando
Herodes murió, su territorio fue dividido entre sus hijos, quedando Arquelao
como etnarca de Judea y Samaria, Herodes Antipas, aquél que mandó asesinar a
Juan Bautista, como tetrarca de Galilea e Perea, y Felipe, tetrarca de
Traconítida y otros territorios menores. En el 6 d.C., Arquelao es destituido
del poder. Y así Judea y Samaria son gobernadas por prefectos romanos, entre
ellos está Poncio Pilatos, que gobernó desde el año 26 hasta el 36 d.C. En ese
mismo año se produce una revuelta de Judas galileo, que dio origen a un grupo
social, la así llamada cuarta filosofía, que era un partido político/religioso
que por mucho tiempo luchará contra Roma.
La
relación conflictiva de los judíos con el imperio puede ser resumida, aunque
brevemente, en los siguientes hechos. En el incendio de Roma, en 64 d.C., Nerón
decretó una violenta persecución contra los cristianos . Fue así también que en
66 d.C., año de grande sublevación judía en Jerusalén, Alejandría y otras
varias ciudades del imperio, Roma reprime todo este movimiento con brutalidad.
En 70 d.C., ocurre el sitio de Masada y el martirio de los sicarios, el que
debe ser leído en relación a la destrucción del templo. Debemos incluso añadir
la persecución de Domiciano en los años 81 y 96 d.C., a las comunidades de la
provincia del Asia Menor.
La
fuerza y violencia represora del imperio se refleja también en el año 130 d.C.,
cuando Adriano dedica el templo de Jerusalén al dios Júpiter; en ese mismo
sentido debemos entender la reacción del pueblo judío en el año 134 d.C., que
se sublevó contra la situación social y política que lo afectaba y oprimía. Esa
tentativa de revuelta contra Roma fue controlada en el año 135 d.C., cuando el
pueblo judío fue exiliado.
Palestina
en tiempos de Jesús
Palestina
y las provincias de Galilea, Samaria y Judea están bajo la administración
romana. Esta dominación se inició en 63 a.C., cuando los romanos incorporaron
Palestina a su imperio. Según Horsley y Hanson, la dominación romana de la
Palestina judía comenzó con una conquista violenta, seguida de un largo período
de luchas por el poder. Para los campesinos judíos, la dominación herodiana y
romana generalmente significaba pesada tributación y, más que esto, una seria
amenaza para su existencia, ya que muchos fueron expulsados de sus tierras.
Una
de las políticas de los emperadores para sustentar su gobierno era la práctica
de la persecución a los adversarios y el exterminio del opositor, acusándolo de
diversos actos contra la autoridad establecida. El imperio romano no escapó a
estas prácticas, sino que las intensificó. Es así cómo persiguió movimientos
opositores, encarceló y mató a sus líderes. Horsley y Hanson añaden que,
repetidamente, los ejércitos romanos incendiaban y destruían completamente
ciudades, masacrando, crucificando o esclavizando a sus pueblos. Por ejemplo,
cuando Casio conquistó Tariquea, en Galilea, esclavizó aproximadamente treinta
mil hombres y posteriormente esclavizó pueblos de importantes ciudades
regionales como Gofna, Emaús, Lidia y Tamna.
La
época de la dominación romana fue escenario de continuas luchas, guerrillas y
sublevaciones populares. Se describe a Palestina como "uno de los focos de
mayor rebeldía contra el imperio esclavista de los romanos" . A esto se
añade que "en Palestina la situación económica de la población durante el
primer siglo era mala, según todos los índices. La prueba más concreta de esto
son las violentas y frecuentes guerras civiles y los conatos de sublevación
contra Roma" . Producto de la dominación romana, la situación de opresión
del pueblo se reflejaba en el deterioro de la calidad de vida. En el siglo
primero, Palestina se vio golpeada por crisis económicas y políticas cada vez
más graves. Las personas humildes vivían en estado de penuria e inestabilidad.
Se puede observar el desenraizamiento social en múltiples formas: emigración,
neocolonizaciones, bandidaje, revueltas y también radicalismo itinerante.
Joaquín Jeremías afirma que en verdad Jerusalén, ya en los tiempos de Jesús,
representaba un centro de mendicidad. No es de admirarse que ya entonces había
personas que simulaban ceguera, fingían ser sordas, hidrópicas, cojas etc.
Los
efectos de un sistema imperial producen a su vez otras secuelas. En la
situación palestina, una de esas secuelas fue el surgimiento de numerosas
sectas mesiánicas apocalípticas. Esto es también una expresión del esfuerzo del
pueblo por salir del sistema dominante. Esto, sin embargo, no significa que
todos los grupos político-religiosos del tiempo de Jesús asumieran una actitud
combativa contra Roma o que fueran sus cómplices. Cada grupo debe ser visto en
su propia esencia. El imperio romano estaba estructurado según el modelo de
producción esclavista. El trabajo productivo era realizado por los esclavos,
que con el tiempo sustituyeron a los campesinos libres que habían constituido
la fuerza de la república de Roma. Por su parte, el templo era el centro del
poder político, económico y religioso. El templo era, de hecho, el centro
simbólico del poder económico y político. La ley era el instrumento que
impulsaba este sistema social, interpretada a partir de los sectores
dominantes, lo que permitía y establecía la separación de las personas en puros
e impuros, en justos y pecadores.
El
sistema político, donde grandes imperios ejercen dominio sobre los pueblos
pequeños y pobres, ya fue varias veces analizado. En Israel, la situación de
vivir sometido a una potencia imperial se reitera frecuentemente.
Cuando
hablamos del imperio romano aludimos a una de las épocas más sangrientas, y que
marcó profundamente la situación del pueblo judío, del movimiento de Jesús y de
las comunidades cristianas primitivas.
Galilea
Para
la investigación bíblica, Galilea ganó espacio e importancia hace poco tiempo.
Generalmente pasaba como indicación del inicio de la predicación de Jesús. Por
la contribución de la arqueología esta ciudad ha recibido un lugar destacado en
los estudios histórico-teológicos, así como en el campo de la investigación
arqueológica. Podemos decir que pasó de la periferia al centro de las
atenciones investigativas.
Mateo
y Lucas, incluyendo también el evangelio de la infancia, se unen a los
evangelistas Marcos y Juan cuando dan inicio al ministerio público de Jesús.
Según los evangelios, Jesús pasó la mayor parte de su vida en las ciudades de
Galilea, también dominada por el imperio romano. Según Cornelli y Chevitarese,
Galilea es una región de enorme importancia para la historia del cristianismo y
del judaísmo. Allí nació, vivió e inició su misión Jesús, el Nazareno. En la
ciudad de Nazaret, así como en las otras de Palestina, se manifestaba la
presencia explotadora del imperio romano, sea por el cobro de los impuestos sea
por la presencia del ejército.
En
este período de dominación romana, Galilea, así como toda la región bajo el
dominio romano, no escapa a una situación de crisis general. El gobernador era
Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, que gobernó hasta el año 39 d.C.
Lo
que marca la situación del pueblo durante este período es la falta de rumbo.
Casi cada año explotaba una revuelta, sobre todo en Galilea. Flavio Josefo
afirma que en aquella época Galilea estaba llena de bandidos y ladrones.
Además, continua afirmando, que robar es la práctica común de este pueblo, pues
no tiene otra manera para que ellos vivan. No tenían una ciudad que fuese de
ellos, ni poseían tierras, solamente unos huecos donde vivían con sus animales.
En esta provincia Jesús inicia su ministerio público. Cabe recordar que los
evangelios toman Galilea como punto de partida de los inicios de la misión de
Jesús. Marcos afirma en 1,14 que "Jesús fue para Galilea". Lucas,
siguiendo a Marcos, afirma que "Jesús volvió a Galilea lleno del poder del
Espíritu Santo" (4,14), y Mateo, en una afirmación semejante,
diferenciándose en un verbo, afirma que "Jesús se retiró a Galilea"
(4,12). Juan localiza la primera señal de Jesús en Caná de Galilea. Allí
renueva la alianza, ahora en una nueva perspectiva y lejos de los dominios del
templo. Esa señal es hecha en Galilea, que es también el lugar donde Jesús es acogido.
También es recibido en Samaria y en otras ciudades de la periferia religiosa.
Galilea es el lugar del comienzo de una nueva época, de una nueva alianza, de
un nuevo vino.
Sustento
económico
La
economía de Galilea estaba basada en la agricultura (trigo, cebada, aceitunas,
legumbres, fruta y vino), vea Mc 2,23; 4,1-19; 4,30-32. Los agricultores de
Galilea heredaron el sistema de cobro de impuestos de los persas y de los
griegos. Se vivía en medio al latifundio asumido por los romanos. El comercio
nacional, las ferias libres, los mercados y pequeños supermercados y el
comercio internacional ocupaban un lugar destacado. El comercio internacional
era una empresa que movía muchos recursos económicos y técnicos. De Palestina
se exportaban alimentos, frutas, aceitunas , pescado, pieles, tejidos y, en
menor, escala artesanías. Era común que se desenvolviesen estas actividades de
comercio con Corinto y Tiro, con Babilonia, Arabia, Egipto etc. El comercio
estaba centrado en un pequeño grupo de grandes comerciantes con la necesaria
infraestructura para garantizar el éxito. La pesca se realizaba en el lago de
Tiberíades y en la costa del Mediterráneo. El pescado era de grande importancia
para la alimentación diaria de la población. Tenía mayor importancia que la
carne para la alimentación del pueblo en general. Los pescados puros eran
consumidos por los judíos y los impuros vendidos a los paganos. La profesión de
pescador era bastante bien considerada. En esta época, ya existían industrias
que conservaban el pescado, como era en la ciudad de Tariquea, localizada al
norte de Tiberíades. Allí se había desarrollado la industria de conservación y
comercialización del pescado. Existía aquí la comercialización en grande escala
y también especulación, control y venta del pescado según estas empresas que
lucraban con la explotación del pescado en nivel mayor. La industria del
pescado absorbía mucha mano de obra. El pescador artesanal, con menos recursos,
no podía competir con estas industrias, quedando con los pescados de menor valor
y en menores cantidades.
El
pescado (y el pan) constituía la alimentación popular (Jn 2,20). En cuanto a
los animales mayores, aunque los pastos fuesen poco abundantes para la crianza
en grande escala, había bueyes, camellos, ovejas y cabras (Mt 9,35-38;
25,31-32). Los becerros de la planicie costera de Sarón y los bueyes de
Transjordania eran célebres. La leche, el cuero y la lana se producían aunque
en menor escala que la agricultura, por ejemplo. De ahí, entonces podemos
explicar el porqué había carpinteros y tejedores. La minería era básicamente la
exploración del hierro.
Galilea
era un territorio en tensión y conflictos sociales permanentes, lo que se
expresaba en las rebeliones y continuas luchas, que se remontan a la dominación
seléucida. Esta situación era común en todo el territorio de Palestina, aunque
de forma especial en Galilea.
Una
de las principales razones para esta tensión permanente era la posesión de la
tierra. La tierra pertenecía a pequeños grupos o familias. Éstos muchas veces
eran extranjeros. A partir del tiempo de los reyes David y Salomón, un
mecanismo estatal, fácilmente observable en 1Sm 8,11-17, fue implantado. Un
sector social dirigente controlaba la producción y se apoderaba directamente de
los excedentes. Desde los orígenes de la monarquía hasta los tiempos de Jesús,
se constituyeron grandes propiedades privadas.
Refiriéndose
al mismo tema, Joaquín Jeremías escribe a propósito de Galilea "no
solamente todo el valle superior del Jordán, y probablemente los márgenes norte
y nordeste del lago de Genesaret, sino también una grande parte de las montañas
de Galilea eran entonces latifundios. La mayor parte de ellos pertenecía a
propietarios extranjeros." Esto significa que por todas partes se
encontraban grupos de personas arruinadas o simplemente sin propiedades desde
su nacimiento.
Un
modelo basado en la lógica de la centralización del poder y de la
verticalización de la sociedad como mecanismo de gobierno, lleva a la
pauperización continua que era vivida por el pueblo de Galilea y por los
pueblos vecinos. Hablamos de ‘pauperización continua’, porque las personas cada
vez fueron teniendo menos acceso a los medios de producción. Es así que
percibimos que los recursos y las riquezas naturales y de la agricultura podían
fácilmente, con otra política, tanto agraria cuanto de redistribución,
responder a las necesidades de los empobrecidos de Galilea.
Una
mirada a Marcos y Lucas nos muestra cómo la población de Galilea llegó a esta
situación. Tanto Lucas como Marcos nos ayudan a entender los conflictos
sociales que se vivían periódicamente. De manera especial el discurso inaugural
de Jesús en la sinagoga de Nazaret constata una situación social en conflicto.
El discurso programático de Jesús indica y clarifica la dimensión, tanto
profética como social de todo el hacer público de Jesús. El texto de Marcos
12,1-17 clarifica, en parte, los conflictos sociales. A su vez las
bienaventuranzas de Lucas aluden directamente a los empobrecidos, en el sentido
más pleno de la palabra. Los pobres del Nuevo y los del Antiguo Testamento y de
todos los tiempos no son pobres por opción, sino por imposición. No buscaron ni
eligieron ser pobres, sino que son víctimas de una situación de pecado que
llamamos injusticia social.
Los
impuestos, una carga pesada
La
situación descrita y anunciada en el texto de Lucas 4,16-21 es clara y amplia
en detallar las razones por las cuales el mensaje de Jesús es una respuesta a
la suerte de los pobres y oprimidos. Esta situación de los oprimidos tiene que
ver con la posesión de la tierra. La tierra estaba en las manos de los latifundistas
y extranjeros, además de los impuestos que el imperio exigía al pueblo. El
impuesto pagado era de varios tipos (cf. Mt 18,23-33; 9,9-13). "Desde el
año 63 a.C., con la ocupación romana de Palestina, se impuso una nueva política
de impuestos y tributos al pueblo. Esta práctica había sido suspendida en el
año 142 a.C., cuando Simón, el Macabeo, conquistó la independencia judía (1Mac
13,37; 13,39-41)."
Debemos
distinguir dos tipos de impuestos , el romano y el religioso. Un primer
impuesto romano directo era el que se pagaba por la posesión de la tierra. Este
impuesto era cobrado tomando en consideración las estadísticas dadas por los
continuos censos de población llevados a efecto por las autoridades romanas.
Había otro impuesto directo, que incidía sobre la producción. Éste consistía en
el cobro de hasta el 25% de la producción agrícola, que se entregaba a la
autoridad romana local. Otro impuesto pagado, de forma indirecta, a Roma era
por el uso de las vías y rutas comerciales, usadas para el desplazamiento y
transferencia de las mercaderías. Los impuestos pagados al templo eran
obligación de cada ciudadano judío. Como el impuesto al imperio, éste también
puede ser dividido en algunas categorías. Una de ellas era el diezmo , que
correspondía al 10% de la producción , que debía ser entregado al templo. Luego
venía el impuesto de las primicias, que obligaba a todo judío llevar al templo
el primer fruto cogido de la tierra. Esto también incluía los animales, que
muchas veces, simbólicamente, representaban el nacimiento de un hijo varón.
Otro impuesto debía ser pagado por cada ciudadano judío mayor de 13 años.
Los
impuestos exigían del pueblo un grande esfuerzo, que finalmente lo llevaba
irremediablemente a la miseria. Las riquezas sin límites favorecían a Roma y al
templo. La práctica de cobro de impuestos beneficiaba directamente, en Roma, a
un sector social privilegiado que vivía a costa de los impuestos. El cobro de
impuestos, sumado a otras formas de opresión, producía pobres cada vez más
pobres que son, por lo mismo, marginados, enfermos, víctimas, en última
instancia de las estructuras de poder. Por estas políticas, Galilea vio crecer
el número de enfermos, desempleados y agricultores sin tierra. Algunos de esos
sectores que sentían fuertemente el impacto de ese modelo fueron, entre otros,
los jornaleros, despojados de sus tierras y de sus medios de producción. Ellos
son los que constituyen la base de los sectores sociales de los pobres en
Palestina. La expropiación de su tierra generó un proceso de empobrecimiento y
no les dejaba otra salida que la de vender su propia fuerza de trabajo, lo que
en corto tiempo aumentó el número de esclavos/as que están llenando las
ciudades. No tenían nada estable. Eran víctimas de las arbitrariedades de los
patrones o latifundistas. Los asalariados estaban localizados en estos sectores
más explotados por la situación socio-económica de la provincia.
A
su vez el proletariado campesino formabamasas de trabajadores que cultivaban la
tierra, sin prácticamente ninguna organización. Casi todos recibían el alimento
diario para reproducir su fuerza de trabajo. El hambre, la desnutrición y las
enfermedades eran frecuentes. Había también un proletariado urbano ligado a la
construcción y a oficios menores.
Pequeños
artesanos y pequeños comerciantes de las aldeas, que apenas ganaban para la
subsistencia, pertenecían a los pobres. Hay una pequeña diferencia entre el
artesano de Jerusalén o aquél localizado en los centros comerciales, de los que
se localizaban, por ejemplo, en la Galilea y en Nazaret, donde el trabajo era
menos significativo y menos valorizado.
Los
mendigos son el mejor ejemplo del proceso de empobrecimiento que muchos
sectores de la población enfrentaban, especialmente debido al endeudamiento o
la pérdida de sus tierras. En la historia de Israel, se comenzó con las
primeras expropiaciones de la tierra que van produciendo un excedente de
población cada vez mayor. Viéndose privados de sus medios de producción
tradicionales y en la imposibilidad de encontrar trabajo estable, se vieron
forzados a buscar otros medios de subsistencia. Esto generalmente los llevaba
también a las periferias de las ciudades, generando, por la migración forzada,
un grande número de desempleados, hambrientos y enfermos. Muchos de ellos estaban
en las plazas públicas a la espera de un contrato de trabajo. Solamente un
grupo reducido encontraba trabajo, aunque de forma ocasional. Una apreciable
cantidad emigraba para las ciudades vecinas. Los que migraban para las ciudades
se dedicaban a mendigar como único medio de sobrevivencia. Los lugares
preferidos eran los mercados, el templo y lugares públicos. Jesús
permanentemente se encontraba con muchos de ellos: enfermos, hambrientos,
cojos, desempleados, etc.
Conclusión
Quedan
abiertos varios temas que podríamos haber explorado en este ensayo. No fue
posible; ya el tema es amplio. No obstante, queremos dejar registrados algunos
desafíos. El primero es la importancia que Galilea comienza a tener en las
nuevas investigaciones sobre el cristianismo primitivo. A esto se junta la
valiosa contribución de la arqueología bíblica. En este tema, hay una
interesante propuesta de lectura que Gabriel Cornelli hace sobre las ciudades
de Galilea: cuestiona la necesidad de una lectura que tome en consideración las
relaciones entre helenismo, judaísmo y cristianismo. Ese tema, sin embargo,
seguirá abierto y probablemente tendrá otras alternativas de lectura e
interpretación de Galilea en el concierto de búsqueda por aproximarnos cada vez
más a los orígenes del cristianismo primitivo.
Otra
cuestión abierta es la necesidad de investigaciones que relacionen la
literatura de los evangelios con la literatura apocalíptica, que cada vez más
gana terreno en la investigación bíblica latinoamericana, así como los escritos
y probables orígenes apócrifos del cristianismo. Horsley y Hanson ya apuntan
para este tema como un desafío. Aquí hay un tema de fondo que provocará algunas
renuncias y abrirá nuevas perspectivas en la aproximación al Cristo de la fe.
Otro
aspecto en el que no entramos es el tema del judaísmo normativo u oficial que
apareció alrededor del año 90 d.C. Antes de esa fecha, existía una grande
heterogeneidad de movimientos y no pocas tendencias sociales que trataban de
canalizar sus propios deseos y proyecciones. Allí tenemos posiciones tan
contrastantes como las que se arriesgaban a enfrentar al poder establecido
(sicarios y zelotas) o aquéllas que preferían salir para el desierto (esenios),
probablemente también como una forma de protesta frente a un sistema totalitario
y absoluto.
Hablar
de Roma, Palestina y Galilea en un mismo artículo es una pretensión muy grande
y no menos atrevida. Aun así, hemos querido simplemente reunir en un mismo
trabajo tres dimensiones geográfico-políticas de un tema mayor y más amplio.
Nuestra afirmación principal para esta iniciativa es la necesidad de
contextualizar tanto Palestina como Galilea en el grande marco social del
imperio romano. Esta contextualización nos desafía a nuevas aproximaciones y
nuevos desafíos sean ellos histórico-teológicos o pastorales.
Ya
en el ámbito teológico, Galilea debe ser leída no solamente como periferia en
relación a Jerusalén, sino también como las ciudades y sus aldeas donde Jesús
obtuvo mayor aceptación tanto del pueblo cuanto como de sus discípulos/as y
seguidores/as.
Daniel
Godoy
Gerd THEISSEN, Sociologia da cristandade primitiva,
São Leopoldo, Editora Sinodal, 1987, p. 56.
Gerd THEISSEN, Sociologia do movimento de Jesús, São
Leopoldo/Petrópolis, Editora Sinodal/Editora Vozes, 1989, p.11ss.
Sobre esta lectura de los orígenes diversos del
cristianismo, véase la Revista de Interpretação Bíblica Latino-Americana,
Petrópolis, Editora Vozes, vol. 22 y 29 de 1995 y 1998 respectivamente.
Véase Jesús milagreiro e exorcista, São Paulo,
Edições Paulinas, 2000, p. 22.
Para el tema de los grupos organizados, existe una
vasta bibliografía. Mencionamos, entre otros, Flavio JOSEFO, Las guerras de los
judíos, vol. 1, Editora Clie/España, s.d., p. 217ss; Flavio JOSEFO,
Antigüedades de los judíos, vol. 3, Editora Clie, España, s.d., p. 225-228;
Kurt SCHUBERT, Os partidos religiosos hebraicos da época neotestamentária, 2ª
edición, São Paulo, Edições Paulinas, 1979.
Martín DREHER, A igreja no império romano, São
Leopoldo, Sinodal, 1993, p. 11 (História da Igreja, 1).
Jean COMBY e P. LEMONON, Roma em face a Jerusalém -
Visão de autores gregos e latinos, São Paulo, Edições Paulinas, 1987, p. 56
(Documentos da Bíblia, 5).
Martín DREHER, A igreja no império romano, p.10,
véase también J. COMBY J. y P. LEMONON, Roma em face a Jerusalém, p. 57.
Martin DREHER,
op. cit. p. 29; Jean COMBY y P. LEMONON, op. cit., p. 55.
Jean COMBY, Para ler a história da igreja I – Das
origens ao século XV, São Paulo, Edições Loyola, 1996, p. 24.
Richard A. HORSLEY, Arqueologia, história e
sociedade na Galiléia - O contexto social de Jesús e dos rabis, São Paulo,
Editora Paulus, 2000, p.17.
Klaus WENGST, Pax Romana – Pretensão e realidade,
São Paulo, Edições Paulinas, 1991, p. 23, afirma que “a pax romana, que em
teoria é uma relação de direito entre dois parceiros, é, na realidade, uma
ordem de dominação; Roma é o parceiro, que a partir de si mesmo, ordena a
relação e propõe as condições. Para o não romano, pax significava a confirmação
da submissão a Roma, por meio de contrato que implorava, simultaneamente, a
proteção de Roma contra os ataques de outros pueblos estrangeiros.”
Jean COMBY y P. LEMONON, Para ler a história da
igreja I, p. 63.
Ibid, p. 64.
Véase el cuadro comparativo de las clases sociales
en el imperio romano en el 1º siglo d.C. en Yves SAOÛT, Atos dos Apóstolos –
Ação libertadora, São Paulo, Edições Paulinas, 1991, p. 196-197 (Nova Coleção
Bíblica).
J. LEIPOLDT y W. GRUNDMANN, El mundo del Nuevo
Testamento, vol. 1, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1973, p. 320. Esa lectura
solamente es posible en un estado donde la esclavitud no tiene marca
registrada. De hecho en el primer siglo la esclavitud no distinguía entre
judíos, griegos y otras razas.
Klaus WENGST refiriéndose a la pax romana lo hace en
los siguientes términos: “a pax romana foi resultado produzido a ferro e fogo e
mediante o uso, sem escrúpulos, de todos os meios de luta do Estado, de uma
disputa inimiga com o mundo inteiro, que se apoiava numa arte de Estado
coercitiva e através da qual, em cada caso concreto, houvera a vontade
ilimitada da defesa do próprio proveito” (Pax romana - Pretensão e realidade,
p. 23).
Para una presentación más extensa sobre el tema del
castigo en el imperio romano, véase mi artículo “Crucifixión en el imperio
romano - Un castigo de la pax romana - Jesús un caso paradigmático”, en:
Espaços, Instituto São Paulo de Estudos Superiores, 2000, vol. 8, n. 2, p.
129-142.
Véase sobre el tema en Helmut KÖSTER, Introducción
al Nuevo Testamento, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1988, p. 437.
Martín DREHER, A igreja no império romano, p. 12.
Véase Richard A. HORSLEY y John S. HANSON, Bandidos,
profetas e messias, p. 21-22.
Véase Helmut
KÖSTER, op. cit., p.510. Según este autor, que rescata el
discurso de Tácito, en relación a la persecución, afirma que “fueron
ajusticiados por Nerón de la forma más cruel, y que fueron condenados no tanto
por provocar incendios sino, más bien, debido a su odio contra la humanidad”
(tomado de Anales 15,22, 2-8).
Richard HORSLEY y John S. HANSON, Bandidos, profetas
e messias, p.43.
Véase Richard
HORSLEY e John S. HANSON, op. cit., p.44.
Jorge PIXLEY, El Reino de Dios, Buenos Aires, La
Aurora, 1977, p. 64.
Luise SCHOTTROFF y W. STEGEMANN, Jesús de Nazareth -
Esperanza de los pobres, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1981, p. 39.
Ibid, p. 100.
Joaquín JEREMÍAS, Jerusalém no tempo de Jesús, São
Paulo, Edições Paulinas, 1983, p. 166.
Jorge PIXLEY, El Reino de Dios, p. 62.
Flavio Josefo describe Galilea en los siguientes
términos: “y siendo entrambas tan grandes y rodeadas de tantas gentes extranjeras,
siempre resistieron a todas las guerras y peligros; porque por su naturaleza
son los galileos gente de guerra, y en todo tiempo suelen ser muchos, y nunca
mostraron miedo ni faltaron jamás hombres” (Flavio JOSEFO, Las guerras de los
judíos, vol. 1, Editora CLIE, s.d., p. 308).
Richard A. HORSLEY, Arqueologia, história e
sociedade na Galiléia, p. 6-7.
Véase Judaísmo, cristianismo, helenismo - Ensaios
sobre interações culturais no Mediterrâneo antigo, Rio de Janeiro/Piracicaba,
Ottoni Editora, 2003, p. 27.
Véase más detalles de esa situación en Luís SCHIVAO
y Valmor da SILVA, Jesús milagreiro e exorcista, São Paulo, Edições Paulinas,
2000, p. 21.
Carlos MESTERS, “Lectura popular de la Biblia en
América Latina”, citando a Josefo, en Revista de Interpretación Bíblica
Latinoamericana, vol. 1, Santiago/San José, Rehue/Dei, 1989, p. 74.
Johannes LEIPOLDT y Walter GRUNDMANN, El mundo del
Nuevo Testamento, p. 197.
Carlos MESTERS, “Lectura popular de la Biblia en
América Latina”, art. cit., p. 8.
Sobre la importancia de la producción del aceite en
Palestina y la grande producción de aceitunas, véase Joaquín JEREMIAS,
Jerusalém nos tempos de Jesús - Pesquisa de história e econômico-social no
período neotestamentário, São Paulo, Edições Paulinas, 1983, p. 15-16.
Émile MORÍN, Jesús e as estruturas de seu tempo, São
Paulo, Edições Paulinas, 1982,
Ibid, p. 26.
Ibid, p. 24, citando a Joaquín Jeremías.
Carlos MESTERS, “Los profetas Juan y Jesús y otros
líderes populares de aquella época”, en Revista de Interpretación Bíblica
Latinoamericana, vol. 1, Ediciones Rehue, Santiago, 1988, p. 74.
Gerd THEISSEN, Sociologia da cristandade primitiva,
São Leopoldo, Editora Sinodal, 1978, p. 79; Flavio JOSEFO, Antiguedades de los
judíos, XV, XVI, p. 64.
Véase una breve descripción sobre el tema en Luis
SCHIAVO y Valmor da SILVA, Jesús milagreiro e exorcista, p. 27.
Según Émile MORIN, este impuesto podía ser dividido
también en tres niveles; véase Émile MORÍN, Jesús e as estruturas de seu tempo,
p. 35.
Los impuestos pagados por las cosechas eran de 1/4
del total de la producción. Cada familia debía vender el producto y traducir el
valor a la moneda romana; se sumaba también como impuesto el trabajo forzado
(la corvée) que era el impuesto para alimentar y mantener a las tropas del
ejército romano. El peaje se cobraba sobre el transporte de mercaderías, uso de
las rutas comerciales, impuestos por el almacenamiento y el comercio de los
productos; impuestos de entrada a las ciudades (Lc 16,1-9; Lc 19,1-10). Había
impuesto sobre la tierra y la producción de ésta.
Émile MORÍN, Jesús e as estruturas de seu tempo, p.
33-34.
Ibid, p. 24, citando a Joaquín Jeremías.
Usamos una terminología moderna para referirnos a
este sector.
Fuente: Revista de Interpretación Bíblica
Latinoamericana RIBLA
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